jueves, 15 de septiembre de 2016

Celebrémonos.

Hoy me he levantado con la certeza de ser alguien que, dicho sin complejos, lo tiene todo.
No me sobra nada, no me malinterpretéis, de hecho podría incluso quejarme de la falta de un par o tres de cosillas bastante esenciales -pasta, tiempo, horas de sueño, pasta-, pero si hago un ejercicio de honestidad conmigo misma no me da miedo decir que, a día de hoy, soy jodidamente feliz. Así, con la palabrota convirtiéndolo todo en un enorme superlativo, que siempre mola más y ya sabéis cuánto me gustan. 
Y supongo que a vosotros os da igual -lógico-, tal vez me deis la enhorabuena y me roguéis que corte el rollo ya y me ponga con lo mío, que no hemos venido aquí para esto, y a mi me cuesta poco divagar.
Pero... Hoy quería dedicarle esta entrada a alguien a quien sé que, realmente, le importa. Si os concentráis, seguro que la oís gritar: -¡¡Soy a quien más le importa!! ¡Y punto! -que es la forma en la que ella termina todas sus frases.

Mi jovencísima madre, cumple años. 
Y aunque hoy físicamente no puedo estar a su lado, me apetecía hacerle este pequeño pero muy merecido homenaje. Mi madre es especial. Sin más. Ella nunca me hizo magdalenas, aunque estoy segura que incluso esto generaría discusión. Tampoco me dejaba comer nada excesivamente industrial, me ponía unos osos enormes (y horribles) en la cabeza, y le daba un miedo atroz que me subiera a una bici. Lo que que hacía mi madre era parar el golpe, abrazarme antes de que llegara el llanto, protegerme de todo aquello que creía que podía dolerme, armada únicamente con sus ganas y su indiscutible fuerza (muy superior a su tamaño), acariciarme por las noches mientras no dejaba de repetirme lo bonita que era, hasta que me dormía.

Escuchar, estar siempre ahí. A mi lado. Inquebrantable, pese a todo, pese a mi adolescencia rebelde y a mi habilidad para discutir, a mi obstinación por escoger el camino difícil y evadir las normas que no me interesaba seguir. Si la paciencia y la constancia fueran conceptos tangibles, ella sería su primera y más justa representante.

Lo bueno de mi madre, es que está muy viva. Es que a pesar de tener miedo, siempre mira de frente, honesta, leal, incluso desafiante a veces. Lo bueno de mi madre, es que siempre corre cuando de verdad hay que correr. Lo mejor de mi madre, es que es mi madre. Y yo, no podría quererla más.

Moltes felicitats, mare. T'estimo.

Marta.

sábado, 10 de septiembre de 2016

Reseña: Persona Normal

'Somos animales de lenguaje, criaturas que sueñan.' 

Buenos días, lectores.
Empezamos nueva temporada y lo hacemos con la reseña de la que ha sido, sin duda, mi mejor lectura del verano. Espero que os animéis a leerla y que la disfrutéis tanto como yo. Sobretodo, y como siempre, comentadme que os ha parecido.

lunes, 5 de septiembre de 2016

❤︎


No, no os preocupéis, ni vuestros ojos os engañan, ni el café llevaba nada raro (a no ser que os lo hayáis tomado en el chino de la esquina, en cuyo caso no me hago responsable de sus posibles y más que probables, efectos secundarios)
¡HE VUELTO!